
Quité las luces y detuve el motor de mi viejo Focus. Calé el gorro hasta cubrirme las orejas, abrí la puerta y el bofetón del frío de la mañana me dejó medio helado. Se olía a tierra mojada por la lluvia caída durante la noche anterior y sentí como la humedad comenzó a trepar con descaro por mis tobillos. El vaho que salía de mi boca representaba la evidencia de la baja temperatura reinante y la tenue claridad de la mañana apenas dibujaba tímidas sombras a los pies de los pinos que ...
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