
Daba vueltas y vueltas a la cebolla, que a fuego lento comenzaba a tornarse transparente, evidenciando las muestras del efecto del calor de la lumbre que la sofreía. Sus ojos aún guardaban el recuerdo de las lágrimas que a cualquiera le habría provocado el corte en rodajas del herbáceo y su olor le transportaba, irremediablemente, a los recuerdos de su niñez...
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